One night there flew over the city a little swallow. His friends had gone away to Egypt six weeks before, but he had stayed behind, for he was in love with the most beautiful reed. He had met her early in the spring as he was flying down the river after a big yellow moth, and had been so attracted by her slender waist that he had stopped to talk to her.
"Shall I love you?" said the swallow, who liked to come to the point at once, and the reed made him a low bow.
So he flew round and round her, touching the water with his wings and making silver ripples. This was his courtship, and it lasted all through the summer.
"It is a ridiculous attachment," twittered the other swallows; "she has no money, and far too many relations"; and, indeed, the river was quite full of reeds.
Then, when the autumn came, they all flew away. After they had gone he felt lonely, and began to tire of his lady-love.
"She has no conversation," he said, "and I am afraid that she is a coquette, for she is always flirting with the wind."
And certainly, whenever the wind blew, the reed made the most graceful curtsies.
"I admit that she is domestic," he continued, "but I love travelling, and my wife, consequently, should love travelling also."
Una noche llegó volando a la ciudad una pequeña golondrina. Sus compañeras habían partido para Egipto seis semanas antes, pero ella se había quedado atrás, porque estaba enamorada de un junco, el más hermoso de todos los juncos de la orilla del río. Lo encontró a comienzos de la primavera, cuando revoloteaba sobre el río detrás de una gran polilla amarilla, y el talle esbelto del junco la cautivó de tal manera, que se detuvo para meterle conversación.
-¿Puedo amarte? -le preguntó la golondrina, a quien no le gustaba andarse con rodeos.
El junco le hizo una amplia reverencia.
La golondrina entonces revoloteó alrededor, rozando el agua con las alas y trazando surcos de plata en la superficie. Era su manera de demostrar su amor. Y así pasó todo el verano.
-Es un ridículo enamoramiento -comentaban las demás golondrinas-; ese junco es desoladoramente hueco, no tiene un centavo y su familia es terriblemente numerosa-. Efectivamente toda la ribera del río estaba cubierta de juncos.
A la llegada del otoño, las demás golondrinas emprendieron el vuelo, y entonces la enamorada del junco se sintió muy sola y comenzó a cansarse de su amante.
-No dice nunca nada -se dijo-, y debe ser bastante infiel, porque siempre coquetea con la brisa.
Y realmente, cada vez que corría un poco de viento, el junco realizaba sus más graciosas reverencias.
-Además es demasiado sedentario -pensó también la golondrina-; y a mí me gusta viajar. Por eso el que me quiera debería también amar los viajes.